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La mujer que se encuentra en mis sueños está presente en la realidad (ahora no sé muy bien en dónde se ande paseando). La revelación de su existencia fue su voz: empezaba a no creer en mí, me andaba por la vida sin querer nada, estaba derrotado por cada fracaso y cada impotencia; su voz me habló en mis horas más tristes. Me dio fuerza y querer para poder romper la capa de obscuridad que estaba deteniendo poco a poco mi corazón. Una luz por la ventana entró, un río comenzó a correr, un nada convirtiéndose en algo.
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