miércoles, 22 de octubre de 2014

Rugido sin aire ni voz. (Gato)


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¿Por qué cada día muero lentamente? Sí... todos morimos algún día, pero no me refiero a éso; más bien quiero decir que hay una frustración de la vida conmigo, la múltiple sensación de cada paso que da detrás de mí el silencio aterrador de saberme muerto después (¿cuándo y dónde? no lo sé). No son cadenas ni tampoco es un aire opresor, una soledad (la misma de siempre). ¿Crecerá en algún momento una flor en la sangre que han ido dejando mis huellas? Ya me imagino los pétalos, blancos y tersos, como la herida de la vida.
Tal vez estoy encerrado en mí mismo. El mundo, las horas, el mueble del comedor o el salón de clases, incluso la letra que escribo y el nudo de las agujetas del zapato; todo luce tan triste, impertinentemente obsceno a la felicidad. Sin embargo no soy una persona triste, aveces sonrío o digo muchas estupideces a lo largo de la semana. Escucho música y canto en secreto, no bailo, pero sí me gusta caminar, Pero con todo lo que cuento aún hay tristeza en mí, en cada palabra de los demás y cada sonido de la ciudad encuentro nudos, jaulas de invisible metal que no tienen puertita de salida.
Juego a que estoy feliz... y no lo soy. Pienso que soy parte de la sociedad y no me encuentro entre ellos. Más que solo, me siento tremendamente triste. Me fijo más en la parte oscura de las personas, me identifico con mayor seguridad. Y sigo triste.

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