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Llegado el punto, uno
como persona alcanza cosas que en la niñez no contemplaba. La cultura se
amplía, la razón parece ser algo normal, la esencia cambia; el rostro, la
estatura, los ojos y las ideas.
Puede ocurrir que ya
no eres un niño pero nunca que pierdas lo primordial de esta etapa, me refiero
a las ganas e conocer mas, de descubrir cosas nuevas, de seguir sintiendo el
mundo tan inmenso como lo veíamos desde la perspectiva de una personita de
apenas 60 cm.
No podemos perdernos
en nuestras ideas para toda la vida, hay que expandir el pensamiento propio.
Cerrarse a la concepción de nuevas formas es impedir el crecimiento personal es
ir en contra de nuestros instintos inmutables a través del tiempo.
Es por ello que un
cambio en la forma y la manera solo dice que has aprendido, nunca que dejaste
de ser el mismo. Claro que la materia cambia; el cuerpo crece, el rostro
envejece pues los años siempre serán la marca visible del tiempo en nuestras
credenciales. Pero eso no significa que dejamos de ser los mismos. Tal vez las
ideas ahora son menos vagas, más concretas y explicables. Tal vez incluso
cambiaron porque nos dimos cuenta de que era necesaria una revisión profunda de
nosotros y eso incluye, aunque suene trillado, excluir las ideas sin
fundamentos, cambiarlas por otras o simplemente ajustarlas.
No podemos pedirle al
cielo que siempre pensemos lo mismo porque repito que estamos en constante
aprendizaje, no hay que ser cerrados de mente.
El por qué me explico
esto es quizá una forma de ponerme a cuentas conmigo mismo. Es una forma de
dilucidar mi cambio.
Comenzare diciendo
primeramente que me siento producto de la cultura mexicana, de mi cultura.
Comprendo que en la articulación de estas palabras puede haber una confusión.
Pues cuando escuchamos la frase; “cultura mexicana”, inmediatamente pensamos en
los clichés del mexicano sin recordar que un cliché no es más que el estereotipo
vulgarizado de alguna cosa.
En este caso, en el
caso mexicano, la figura de un hombre con sarape y holgazán o un “macho” bigotón
y tomando tequila son las postales que nos llegan a la mente. Nada más alejado
de la realidad porque esa no es la cultura mexicana.
Dicha voz, cultura, va
mas allá. No se queda en el refrán por la carencia, ni en los adornos folklóricos,
“porque tampoco hay que figurarse que solo es mexicano lo folklórico, lo
costumbrista o lo pintoresco. Todo esto es muy agradable y tiene derecho a
vivir, pero ni es todo lo mexicano, ni es siquiera lo esencialmente mexicano”
Pertenezco a México,
soy parte de él, pero a la vez necesité fraguar mi propia cultura que, por
poseer un carácter indefectiblemente mexicano, termina siendo de mi país por
cuanto es mía. Es decir que acepto las raíces pero no las tradiciones que solo
perpetran el autoritarismo patriarcal y una manera machista y poco
satisfactoria por no decir hermética hacia y con el mundo.
El proceso de cambio
es lento y nunca acaba. Y el arrebato de una cultura autónoma en este
regimiento enterrado sobre escombros, clichés y eufemismos ha sido tarea por demás
difícil.
Claro que comprendo
que nunca vamos solos en este camino, y que juntos la tarea que al principio resultaba
mesiánica se comienza a percibir poco a poco más alcanzable. Y es que en
nuestro entorno social tenemos que luchar por obtener una cultura propia.
Sinceramente creo que lo estamos logrando, prueba de ello es este blog que
defiende la cultura por encima y a través de todo. Aunque repito que fue difícil,
al menos para mi, separarme de esas formas pseudoculturales de pensarme como mexicano
pues “para poseer una cultura propia, una colectividad debe caracterizarse por
interacciones sociales al mismo tiempo bastantes concretas y autónomas. Lo
bastante concretas para que tengan sentido y por ende produzcan modelos culturales;
asimismo, lo bastante autónomas para que sus modelos culturales sean diferentes
de los transmitidos por otras colectividades”. Pero creo que el objetivo se
esta logrando.
Y es que hay que
entender que la cultura es un concepto complejo desde el punto de vista que se
quiera abordar. Si queremos dar una definición concreta de cultura podríamos tomar
en cuenta dos partes; la normativa y la histórica.
La normativa considera
a la cultura como “el conjunto de los valores compartidos por todos los miembros
de una sociedad”. Y la histórica “supone concebirla como la herencia transmitida
de generación en generación de acuerdo con proceso riguroso de reproducción social”.
Pero entonces que pasa
con los grupos pequeños dado que estas afirmaciones son tan generales que resultan
privativas, entonces cómo se puede explicar la condición cultural de dichos
sectores. Debemos buscar un concepto más
amplio en su definición, pues estas, en ambos casos, se sujetan a una imposición
de manera uniforme de valores o de tradiciones. Y es que no somos sujetos a una
imposición sino mas concretamente a algo que conocemos y aceptamos.
Sino fuera este el
caso, entonces la explicación de los grupos pequeños es que son producto de una
pseudoplaneación por parte de un todo cultural, pues si la concepción de la
cultura se da por imposición todos somos producto cultural de dicha imposición.
Es por ello que en la búsqueda de una definición amplia en el sentido de
completa y no tan específica, me quedo con la que dio Clifford Geertz donde
estipula que “la cultura es el sistema de significados de un grupo, el cual lo
aplica en sus interacciones”.
Teniendo entonces este
panorama, es fácil entender a que me refería cuando decía que me siento parte
de la cultura mexicana. Pero no solo de la cultura, mas concretamente de la concepción
que tengo de las cosas desde el punto de vista mexicano (sin nacionalismos) y
es que mi discurso ha cambiado y en su estructura encuentro el ansia de
libertad, de completa autonomía y de una nueva percepción.
Quizá estas formas las
pueda englobar en una palabra que las acepte y les de sentido y a su vez que
pueda complementarlas. Pido que se me deje arbitrariamente definirlas como
ethos.
Así, sin mas, “ethos”
puede significar la forma de concebir la vida y la personalidad de algún individuo.
Y al tomarla como propia es una filosofía que exige siempre descubrir la
verdad, siempre saber más y constantemente enseñar lo que se sabe.
Es por ello que de
ahora en adelante me tomare la libertad de cambiar el pseudónimo con el que
firmo mis escritos, ahora los firmare como “ethos”. Sabiendo que no soy filósofo
ni pensador de profesión se podrán encontrar desatinos en las palabras pero
estamos aprendiendo, y es por ello que considero mi posición desde ahora con un
solo propósito; aprender más cada día y enseñar lo que se pueda.
Así que desde aquí comienza
una nueva etapa en mi vida y en lo que escribo. Quizás para algunos tenga
relevancia, quizás para otros no, pero si puedo dejarte una reflexión con lo
que hago me doy por bien servido. Gracias por leer.
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