martes, 1 de septiembre de 2015

Unas semanas sin ti o el aprendizaje de la convivencia a través de la intuición del espíritu. (Gato)

Siento que algo se va de mí, que me parto en dos, uno más consciente de sí mismo y de su soledad circundante; mientras que el otro fragmento mío se extiende por el horizonte gris en una ráfaga de estrellas cayendo y colores brillantes, artificiales y nocturnos.
  Despierto, una magnética esencia que tiene el techo, semejante ahora mismo a una miel fluorescente, me hace recordar en pasados hechos de aire. Y una ola intermitente deshace el castillo de arena de una playa lejanas, pero al mismo tiempo adentro, de mí persona.
   Murmullos tribales, aullidos salvajes, praderas incivilizadas (incivilizadas porque no veo calles, ni edificios, ni personas), espumas que flotan en el espacio más cercano. Luz inicial.
   El corazón siente el primer puño de tierra que ha de sepultarlo. Pero una brisa potente a veces alza esos terrones de entristecida tierra, se convierten en una cortina de polvo blanco.
  ¿Quién pelea? ¿quién bebe la sangre derramada por todos aquellos que quisieron cambiar un fragmento del mundo, de su tiempo? ¿quién ha encontrado en su reflejo a otro ser humano?

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