Tiene varios nombres, que le da cada uno de los protagonistas…
Estos colapsos de tiempo suelen ser dolorosos pero que al
final desprenden un placer infinito en mí, consisten es desprenderme de todo
aquel rencor, odio, temor y pensamientos o recuerdos que corrompen el
equilibrio, a veces salen en compañía de los vicios y soledades, ya sabes,
cuando no hay nadie en el cuarto a horas
de la madrugada o en ese lugar que tiene mi nombre a la luz de la luna, esas situaciones que hacen que me llene de
odio, es sumamente difícil tener que lidiar con aquellas personas que dañan a
los tuyos a diario y tener que olvidar y saber perdonar, para ser más exacta es como si dentro de mí hubiese un
ser que poco a poco crece pero que provoca una molestia en mi día a día, como
si fuera cargando una maleta a la espalda todo el tiempo, como si pisara larvas
que se adhieren a mí y me acompañan, como caminar entre podredumbre y sentirse
putrefacto ante la vida.
Y después de toda esa sensación comienza el desprendimiento
cuando por fin dejo liberar toda esa pesadez, mientras las lágrimas escurren de
mi rostro y mis huesos se reconstruyen y
es ahí cuando siento el dolor que provoca arrancarme esas memorias,
atragantarme de esa sensación y vomitar los recuerdos y palabras, sacudir el polvo de la
mente, limpiar y fortalecer el espíritu, cerrar
los ojos, abrir los brazos y corazón y comprender una vez más que todo
tiene un significado en este viaje al cual llamamos vida… y dejar ir el pasado
con una serie de suspiros, así como deje ir los años frívolos y dolorosos,
aquel año lleno de oscuridad y perdidas, de adioses y promesas de desilusiones
y quebraduras.
Y hoy, a días que esta estación culmine agradezco más que el
primer día, por haberme dado de nuevo una esperanza, por tener algunos
tropiezos y arrepentimientos, pero de igual forma un sinfín de nuevas lecciones
y sensaciones que jamás había experimentado, por encontrarte…así que me retiro
feliz para subirme de nuevo al vagón y seguir explorando.
Supertramp.