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La visión solo puede ser conocida por convicción, pero bien
sabido es que la imposición siempre nos deja con ganas de un cambio:
La realidad es efímera, es incierto el momento en el que
tristemente nos encontramos, estamos situados en un cuerpo, donde mas que
cuerpo, es prisión. Aprisionados por nosotros, por aquellos(cualquiera),
dormidos esperando despertar con el beso de un cuento de hadas; ni cuento, ni hadas,
todo aquí es ficción y realidad, prosa, o solo manchas en cuadernos, colores y matices
despojados de su infierno.
Los pueblos y colonias (porque ser ciudadano no es lo mismo
que ser ciudadanizado o colonizado) desprovistos de moral, sin sentido los días
pasan y la colonización se siente en el cuerpo, pero el alma es libre, el
pensamiento: revolución en esta diáspora africana, negada y sustituida por la visión
racial purista de muchos burgueses, mi voz en este manifiesto se hace oír,
articulo un discurso emancipador en el papel y junto con el las voces de los esclavos,
indios y negros en mis antepasados, cambiando los eufemismos con los que se nos
ha tratado, solo porque se dice que lo blanco es a lo bueno y lo negro es a lo
feo, mi admonición sobre su apología al respecto de mi raza, nuestra raza, es
solo un paso para que deje de tratarnos como parias.
El alma libre de un subyugado nihilista, pero no por convicción
sino por imposición, es un problema, también es cierto que el problema no se
niega, no se tapa, no se olvida, pero se funde en la memoria y como tinta plasma
la critica a una sociedad amedrentada, dormida y calcinada por el fuego del patrón;
moneda de cambio barata, pero de la cual todos echamos mano alguna vez.
Este no es un intento de fomentar una cultura cívica, no hay
ideas que puedan entran en una cabeza sedentaria, pero es un ejercicio libertador
de espíritu, invitando a una autogestión a fondo, tampoco es una búsqueda utópica,
solo es un pequeño susurro apenas audible en la memoria mexicana; voz de Gaspar Yanga, sin enredos en un sistema
donde prohibido esta quien desvíe el pensamiento, prohibido el que negare el
evangelio.
Entonces prohibida es mi voz, así como la figura de Yanga en
los libros de historia, sin cadenas en la mente y en las manos nuestra mejor
arma; el intelecto. La política tajante y cansada que, en migajas, deposita vicios
en mi mente, misma que con un manifiesto comulga, nuevamente contra mis deseos,
pero que ha dado vida y gasto al no elegido, escuchando al despojo, porque yo
soy el despojo que su mirada prefiere ignorar, no ver, volteando a donde pueda
encontrar el arquetipo, que aunque solicite, en mi no califica, me esmero por
salir de la barbarie colectiva, pues la masa mediática siempre aplaude el retroceso,
y en todo este camino hoy nos ha tocado, ahora si por convicción, hacer de
contrapeso.