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Estuve meditando, esperando el momento en el que me pudiera
responder con sinceridad, creo que ese momento no llegó del todo, pero sí puedo
decir que confronte un cara cara con el reflejo y la sombra del tiempo, una
retrospectiva a mí adentro. La poca seguridad, nuestra poca seguridad, es fruto
quizá de un matiz negro en la sociedad, matiz con el que se impregnan nuestros
cuerpos obteniendo así una visión errónea de nosotros mismos y, al pasar de los
años, se va acrecentando el echo de ser marcados con miedos, con inseguridades.
Esto no es ajeno a nadie, no hay quien este libre de algún miedo,
alguna mancha, para mí, la desconfianza de hacer las cosas por mi mismo, esa
desconfianza a mi propio esfuerzo, a equivocarme, es algo con lo cual lucho día
a día. El ser diferente, con gustos y esperanzas ajenas a la realidad del
colectivo, fueron cosas que sin duda marcan el espíritu, no por tus propias
ideas, sino mas bien por las airadas invectivas gritadas, susurradas, tatuadas
en la memoria, que refuerzan tus miedos, palabras que de a poco y durante los
años he ido borrando, pero que hasta hoy no consigo hacerlo del todo.
Los miedos, inseguridades, incertidumbres, pueden dejar
huella en nosotros, huella sin motivo, porque te vas dando cuenta que no
depende tanto de otra persona ajena a ti sino mas bien de ti mismo, no hay
miedos que no se derrumben, con el paso del tiempo se logra superar esta situación
y permite avanzar.
Al final el miedo puede hacernos mas fuertes o consumirnos
por completo, depende de cada persona hacer una autocritica, nunca se puede
dejar de vivir con miedos, porque sino, seriamos inhumanos, maquinas. Pero si
se puede vivir aprendiendo y superando cada nuevo miedo, cada nueva
inseguridad, se debe vivir aprendiendo a ser cada día mejores.
Todo depende de la visión de nuestro mundo, nuestra visión…
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