Por qué busco la
respuesta a mis propias preguntas, en el fondo no quiero darme cuenta porque sé
que ya tengo lo que busco y, si aun así pregunto, será porque realmente, me empeño
en buscarme donde no habita más que la contradicción.
Tal vez mis preguntas
no son lo que se pueda decir filosóficas, más bien triviales seria la palabra.
Y si hoy no busco más que el cielo, ese cielo donde se refleja un dragón, un
conejo, un sueño, una simple nube indistintamente, será entonces que hoy me
importa más el cielo que la tierra misma.
Y si ella es mi total representación
de cielo, de aire etéreo, entonces el reflejo que existe de mí en sus ojos es
algo más que sublime, es divino, es andar sin caminar y volar sin alas en sus
brazos, es dormir en su pecho y despertar en las estrellas, y también viceversa.
Es dejar de existir
por un momento, es inventarme junto a ella y sus formas, es perderme en su boca
y recorrer su cuerpo, es descubrir ese contorno que encierra una inmensidad,
una totalidad donde perfectamente caben 2 en un solo ser.
Todo esto solo por mis
preguntas y desvaríos tontos, donde ella es mi todo y donde el sol me basta si
es con ella el resplandor. Entonces es lícito hacer mía una frase dicha por
Cortazar:
“Mi diagnostico es sencillo,
sé que no tengo remedio”
Y complementaria
decir, porque la amo más allá del cuerpo y la razón.
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