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Sueño, estoy en medio de una isla, rodeado de un mar que no creo que sea de agua salada, un líquido inquietante y atractivo que invita a ahogarme. Pero no puedo ir, no deseo ir ahora por más que mis pasos quieran ir, dialécticamente fuerzas intentan separarme. En medio de este tiempo, podría decir que era de día, pero tenía todas las horas del reloj encerradas en unos cuantos minutos que duró mi sueño. Mujeres cayendo como agua de lluvia, me mojaba de sus poéticos cuerpos, el otoño de su aroma respiraban mis pulmones como un aire exquisito, limpio y puro, de verdad, de piel como un pétalo tierno. ¿Quién podría mirarlas al mismo tiempo sino yo? transformaban su individualidad en un conjunto, un ser unido, un brazos para abrazar mi podredumbre. El sonido de una sola voz latente, magnánima, por antonomasia la mujer de mis sueños. Al tacto de mis manos me miró como un animal herido, lastimado por una flecha del pasado, y en sus ojos nacidos hace eternamente me miré liberado.
Amor ¿fue una pesadilla despertar? cuando me levante me faltaba el aire de tu beso, moría lentamente en la mitad de una obscuridad, que no era de tu sangre ni de mi mí mismo. Ajeno y perturbado, convaleciente y experimentando una tragedia inaudita e insonora que estaba dentro de mi cabeza. Y sin embargo no tuve miedo... no tuve miedo de morir en aquel sueño. ¿Dios o Frau o un conejo cósmico? estelar visión del cosmos, frágil recuerdo de volver a despertar y dormir, y despertar y soñar el sueño universal.
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