Quiero hacer una suposición,
digamos que todos (o al menos la mayoría) de los que escriben tienen un
subversivo gusto por la lectura y, supongamos también, que este gusto los ha
llevado a tener encuentros fortuitos, hallazgos maravillosos con algunos
cuantos libros que reposan en las repisas personales. Pues eso precisamente fue
lo que sucedió ayer por la tarde. Me encontraba caminando por un mercadito, de
esos que abundan en México y a los que tanto me he acostumbrado, caminaba
pensando en las situaciones de la vida y la muerte, Montado en el lomo de Ormuz
y Arimán me perdía en divagaciones, cuando de pronto llamó mi atención un señor
de unos sesenta años que vendía libros junto a un puesto de CD´s piratas, una
especie de gurú literario, un Zarathustra del siglo XXI. La imagen no es afortunada
lo sé, pero los libros que tenía en venta me obligaron a detenerme un momento
para husmear en sus títulos. Como era previsible sólo pocos de ellos merecían
la pena: una
antología de Manuel Gutiérrez Nájera, un libro de Krause, y el que
más me impactó, una antología de autores poco conocidos, casi inéditos junto a
autores de gran renombre llamada “Creaturas del abismo”. Desde el vamos me
preguntaba por qué la antología se llamaba así si entre sus páginas andaba Paco
Taibo II (que es el creador del género neopolicial en México, de él recomiendo Retornamos como sombras, gran novela
ambientada en los años 40) junto a Gerardo H. Porcayo (se dice por ahí que es
el iniciador del cyberpunk en Latinoamérica, de él recomiendo la novela La primera calle de la soledad, nada más
para que le echen un ojo), y me llamaba la atención esta mezcla de autores
reconocidos con los prácticamente inéditos y la relación poco aparente entre el
cyberpunk y el neopolicial y el terror.
Cuáles son las claves para
desentrañar estos misterios de la antología más extraña que he conseguido. Sólo
el tiempo lo dirá. Pensándolo detenidamente uno llega a caer en cuenta que
el abismo podría ser no sólo la separación de estos géneros tan periféricos
sino la culminación de la suma total de ideas, la explicación de “lo real
imaginable” no de la “realidad”. Una recopilación planeada para estrellarte los
ojos, para torcerte las ideas, para mostrarte los paralelismos entre el crimen,
las utopías o distopías y el genial uso del lenguaje que crea el retrato social
latinoamericano más crudo y catártico de este siglo lleno de
tecno-dependientes, cables saliéndonos de las orejas, crímenes que delatan la
ineficacia de un sistema judicial muy pobre, un panorama aderezado con situaciones
más increíbles que Harry Potter con todo y varita. En sí misma esta antología
es doblemente transgresora, por un lado tenemos la reunión de géneros poco
leídos y conocidos dentro de la escena literaria mexicana, por el otro tenemos
la irreverencia, el juego del lenguaje, la sencillez y sobre todo la ruptura
violenta de la división entre el muro gringo y los paisanos mexicanos: en
México actualmente se hacen cosas rarísimas, pero a la par muy interesantes y divertidas.
No puedo evitar pensar que somos hijos de aquella frase del genial Manuel
Vázquez Montalbán que dice “si algún
objetivo tiene el escribir novelas de género, éste ha de ser llevarlas hasta
sus últimas consecuencias y violentarlas”, que mejor explicación para
México, para ésta antología, para los tiempos que estamos viviendo.
Quizá el gusto por la lectura puede
nacer de las novelas de terror (como fue mi caso) o de las novelas de ciencia
ficción o de las novelas de aventuras, realmente no importa de dónde surgió el
gusto, lo que importa es que no se pierda, que se renueve, que se complemente.
Las lecturas de escritores anglosajones o de cualquier otro país son buenas,
pero saben mejor si le ponemos unos toques mexicanos o latinoamericanos. Es,
como decía Reyes, todo un proceso pues para ser verdaderamente nacionales hay
que empezar por ser internacionales. Da lo mismo leer a Dalton o a Goethe, a
Hesse o a Fuentes, a Paz o a Baudelaire, lo importante es la lectura.
Me impresiona que en México estos
autores sean eclipsados por otros supuestamente mejores, pero quién decide la
clasificación y los nombramientos. Es un error entrar en una discusión relativa
a los clasicismos, cada persona crea sus propios clásicos desde Homero hasta
Cortázar, pasando por la épica, la fantasía, el realismo y un largo etcétera.
El auge de la novela de género en
otros países es monstruoso. Sin embargo, como en todo, el best seller se come a
los autores que tienen cosas francamente buenas. Uno puede arreglárselas para
tener un buen libro cada mes, con excelente calidad narrativa y profundidad de
contenido. Pero es un arduo trabajo que requiere horas y horas de prueba y
error. En el caso particular de México el trabajo es doble. El material llega
con muchos esfuerzos a nuestras manos, ejemplo de ellos son algunos suecos como
Mankell (buen autor de novela policial) que si buscas bien puedes encontrar
unos cuantos libros de él. Una de las editoriales que hay que tener en cuenta para
ello es Tusquets, que mantiene un buen nivel entre el precio y la calidad de
sus ediciones. Así que se agradecen estos maravillosos hallazgos que se
disfrutan en compañía de un buen café y un cigarro, que nos despiertan y nos
hacen abrir los ojos y las ideas.
Paco Ignacio Taibo II |
Pues bien, regresemos al
libro. El primer cuento de la antología está
escrito por Taibo II y se llama El
enviado, en él se narra la concepción de aquella famosa novela de Phillip
K. Dick, Sueñan los androides con ovejas
eléctricas, de una forma bastante curiosa. Un mexicano, se intuye por su
léxico tan colorido, le propone un juego lleno de ucronías al escritor donde
Hollywood sigue siendo de México como todo Los Angeles. Hollywood se llama
ahora Santobosque. Y va más lejos, el don de la omnisciencia parece tenerlo el
mexicano que le propone un trato sobre una novela que aún no ha escrito K. Dick,
diciendo que en unas cuantas semanas le llamarán para pedirle los derechos sobre
ella para ser filmada. K. Dick no entiende ni un carajo, pero sigue el juego y
supone (qué otra opción le queda) que todo aquello es verdad. Hace preguntas y
divaga un poco. La novela parece que será ambientada en el futuro. Y éste
escritor tendría otro nombre, se llamaría “Felipe
Q. Pito”. En realidad nada cambiaría mucho. Estados Unidos no existiría sin
Hollywood eso queda claro, no tendría
alma y México, bueno seguiría siendo México pero más grande.
Cómo termina todo, pues con K. Dick
teniendo ganas de ser mexicano aunque su nombre hubiese estado de la chingada,
Felipe Q. Pito, con esa reivindicación de lo mexicano frente a lo lejano en la
imaginación que es el único espacio verdaderamente nuestro. Termina dejándonos
una reflexión bastante interesante: ¿Dónde empieza el sueño, cuál es la
aspiración de todos nosotros, a quién imitamos, quién nos ha robado las
palabras que nos hacen falta, por qué carajos seguimos queriendo ser iguales a
los gringos y no viceversa, alguien se acuerda dónde dejó garabateada su
esperanza?
Ese es sólo un cuento y es por
demás un bombazo. Es de esas pocas veces que te encuentras en una maraña de
ideas y sin embargo puedes distinguirlas todas y cada una de ellas. Taibo es un
autor que me pone a pensar en que las cosas “a la mexicana” son de gran valor y
de real interés y sobre todo, son el nombre que le debemos a esos lugares
existentes sólo en nuestra memoria. De esas minucias viene mi gusto por la
literatura latinoamericana, por el juego de palabras y la sencillez en el
estilo.
Alfonso Reyes |
No hay géneros menores, como podría
pensarse, menos en Latinoamérica. Siempre es cierto que la pretendida
intelectualidad nos dirá que este escritor es mejor que aquel otro, o que tal
libro debes leerlo por tal motivo, pero eso no es sino su apreciación. A los
libros se debe llegar sin intermediarios, sin cuerdas de soporte, se debe
saltar a los libros sin paracaídas. Lo que te podrías encontrar en ellos es más
grande que las palabras. Sin embargo, una guía nunca cae mal, siempre y cuando
se lea con criterio propio.
Por ello hay que abrir bien
los ojos para ver lo que nos podemos encontrar en un mercadito junto a un
puesto de CD´s piratas.