Una estrella fugaz que parte a la mitad el cielo, así describo muchos de tus recuerdos. En ocasiones parte de mí ser tiende a pensarte en los lugares más inesperados y hermosos. Para darte una idea de esto te contaré lo que pasó el día de ayer:
La lluvia rompía la tranquilidad de todos los peatones, era tan fuerte el viento que los autos, atrapados en la cortina de una brisa violenta, pausaban su marcha a tal grado que parecían tortugas gigantes de metal; las copas de los arboles en un vaivén dejaban caer sus ramas y hojas a los pequeños ríos que corrían a un lado de las banquetas. Y para no mojarme más esperé debajo de un techito de unas bancas de un parque, sombrilla de cemento que no hacía honor a su nombre de techo o sombrilla, ya que toda el agua empujada por el aire, además de mi mala suerte, venía toda hacía mí a mojarme. Aceptando mi condición provisional de buzo me acomodé donde menos golpeaba el agua mi presencia. Y ahí fue cuando tu recuerdo surgió, muy probablemente llegó en bote desde lo más profundo de mi corazón, el cual ya mostraba signos en ese instante de querer consumirse en un fuego mágico. Tu rostro era alegré e increíble, me acuerdo que en ese momento cayó un relámpago y dibujó tu alegría. No fui feliz ayer al verte entre la naturaleza del entorno, ya que te apoderaste, sin quererlo, de mi mirada, a cualquier lado donde yo volteé ahí estabas, en una condición de fantasma presencial.
Ahora viene lo curioso, no dejes de leer:
Cuando más te pensé, más se distorsionó la realidad, cualquier pronóstico sensato hubiese dicho que no dejaría de llover en un rato, las nubes negras daban razón de ello. Pero de pronto una nube se despedazó como un cristal que se rompe en pedazos y esos pedazos se vuelven a romper, tan exactamente entre el sol y el parque donde me encontraba. Un mundo raro se abrió ante mí, la lluvia venia de otro lado que no fuera el cielo, pues las nubes que corresponden a cualquier chaparrón de esta magnitud dejaron de existir. No quiero estremecerte con lo que diré, pero así lo sentí, y fue que tu recuerdo me convirtió en la lluvia de ayer, algo bueno, pero no fui feliz.
¿Lo comprendes ahora, "una estrella fugaz que parte a la mitad el cielo"? y lo que pasó ayer me dio a entender algo muy importante, que me llevó a escribir estas letras que ahora lees. Te extraño tanto y ya no sé que hacer con tanta melancolía y tristeza de los días que vinieron y vendrán después de que te fuiste.
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