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Te imagino llena de vida, mujer secreta; que andas por ahí despertando alegría con la gente que te quiere, has de convidarnos tantas cosas. ¿Serás maestra o bailarina? no lo sé, pero hay muchas formas de entregar la vida a actos de grandeza, que nos elevan por lo menos un poquito más de donde estamos. Cuando me imagino tu cara en mi cabeza te pienso con una sonrisa, a pesar del llanto (que ese también se queda tatuado en la memoria), estás aquí tan viva como cuando tomaba tu mano para decirte que te quería. Estamos creciendo, ambos, y se va aprendiendo de todo, lo que es bueno, lo malo, nuevos deseos, nuevos sueños y recuerdos; personas con quien hablar, y hacía cuales debemos dirigir nuestros rencor, rencor que a veces sin querer sentimos. Vemos el mundo diferente, cambiante, distinto al de ayer, pero sabes comportarnos ante ese turbulento e incesante cambio, porque lentamente aprendemos a estar aquí.
No te rindas, no tengas tanto miedo, siéntete acompañada, porque lo estás; pelea, da lo mejor de ti, muéstranos que eres feliz, que somos felices. La rutina diaria nos puede consumir a veces, nos carcome o nos mina los años, pero siempre nos has demostrado que has salido adelante, que se puede liberar uno un poquito de esas ataduras.
Mujer, tan lejos estás, pero te siento tan cerca. A lo mejor las cosas que nos han pasado nos han separado, alejado, pero no te preocupes, el tiempo llega a destruir amores, pero también a enmendarlos. Y hoy, también hace esas cosas el tiempo, te revive en mi pensamiento, te busca con la mirada. Y lo más increíble es que sí te encuentra.
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