Me hundo más en el sonido de hoy, esa lluvia que busca refugio entre los árboles y los nidos, en los zapatos y la estrechas calles, me suenan a alguien. Persona inexistente, pero al mismo tiempo presente. Intento tener la idea de que se trata de una presencia, mejor dicho, siento que conoceré a alguien especial para mí, y ahora mismo, cuando más fuerte está lloviendo, es cuando escucho su voz, que me llama y trata de alcanzarme a través de ecos de gotas. Me gusta ver llover, ver como brinca la luz entre los charcos. Y no sé, ahí hay alguien invisible bailando y que me invita a salir. Abro los ojos más. Creo que estoy comenzando a alucinar mucho.
Hipnotizado sigo el camino que forma ese relámpago y su trueno atemorizante. El olor a café viene a mí, el canto de una voz llena de vida, muchas cosas por mi mente. Desde la infancia hasta la triste despedida de una mujer que se le empañaban los lentes en climas así. Es como si cada gotita fuera una idea o un recuerdo o una fantasía, historias que vienen desde arriba y caen en lugares tan misteriosos, porque es de noche, porque no hay ningún otro lado hacia donde dirigir la vista ya que todo es oscuridad y círculos de luz a lo lejos. La hermosa ciudad se torna una pintura maravillosa y escura de la vida confusa de este momento multicolor.
Duermes verdad, sigues ahí, sé que lo haces, sé que lees esto con la misma pasión que yo, también llueve donde estás tú y también sé muy bien que te sorprendes y que te gusta tanto pensar cosas, anhelar e inventar nuevos sueños mientras oyes llover, lejos, cerca, sobre de ti, o en tu cama, cualquier lugar es bueno para sentir esta lluvia que lava el cielo, y sacude un poco los días de tu semana, dándoles un sabor entre la nostalgia y el amor, hacía algo grande, digamos, la vida misma o al universo que nos espera.
En fin, sigue lloviendo y es el momento perfecto para dormir, ahora suena tanto a una canción de cuna que me cantaste una vez con un beso.
Excelente, hace mucho no te leía. Cada vez que te leo me sorprendes más y más.
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