sábado, 18 de octubre de 2014

A ritmo del Afrobeat con Fela Kuti y la extensión cultural de la diáspora Africana.(Ethos)

Ilustración sobre Fela Kuti, el padre del Afrobeat.

En la sociedad se percibe un desprecio innegable hacia las raíces indígenas, africanas o marginadas que existen en cada individuo que puebla el continente Americano. Sin embargo, esto no es algo actual porque somos producto de un arrastre de pensamientos estériles y de un costumbrismo matizado de “blanquitud” que anteriores sistemas de exterminación racial han impuesto, a modo de desprecio propio, en nuestra boca. Cambiando nuestro lenguaje por el de ellos, cambiando nuestras ideas por las suyas, donde nuestra mirada es ajena y el reflejo del espejo es un extraño despreciable y fácilmente cambiable por un sueño donde el “prieto” ya no exista, porque eso al fin extinguiría las raíces que asoman en nuestros rasgos.

No es secreto que la hegemonía del “Gobierno Demócrata” a surtido efecto. Nos despreciamos en los otros. Las raíces las hacemos a un lado o las tomamos como símbolos, pero en cualquier caso no nos sirve más que para negar nuestra condición o ridiculizar la cultura; Los símbolos son para mentes simbólicas, el razonamiento y entendimiento de la situación es para seres racionales.

La imagen del che es la más prostituida de hoy día
A las democracias esclavistas les encanta eso de la simbología. Se permite hacer de la figura de algún revolucionario (en el sentido más literal de la palabra: partidario del cambio político, social o moral de una sociedad) un símbolo mediático, se permite tatuarlo en tu piel, prostituir su figura en revistas o en paredes y es menester olvidar sus ideales, pues lo que importa es la pleitesía a su nombre no al cambio, eso sí… está prohibido pensar como él.


Lo que debe importar de los revolucionarios y de la revolución no son los hombres, los hombres mueren, pero las ideas permanecen, las ideas y el cambio es lo realmente importante.

Hoy en día, existen tantos matices en nuestra sociedad y tan variados que nos perdemos de vista. Particularmente en México existe un desprecio por la cultura propia y a gritos se pide la ajena. Estados unidos, provee a América Latina de lo que le falta; su identidad, sus ideas, sus costumbres. Y les impone nuevas formas, de vestir, de actuar, de sentir y vivir. El dueño del juego toma parte en todo, en la deshumanización, la animalización, la cosificación y le pone nombre a su nueva colonia; melting pot.

Hermoso “crisol de razas” (Melting pot), eso solo significa qué, como la sociedad “Americana” (porque decidieron que ellos eran los dueños del continente) es primariamente “blanca”, todo tiene que girar hacia ese lado de la balanza. Bueno, a mí nadie me aviso que mi color de piel era considerado una ofensa. Nadie me dijo que las revistas y la tv solo venden blanquitud en rebanadas y que si quiero ser normal debo sufrir por mi condición de “indio mestizo” y besar la mano del “civilizado capataz” u olvidar mi condición y fingir que mis ojos son azules y no negros, aceptar su crisol.

La realidad es que la diáspora se aferra en mi piel, en tu piel y en la sociedad cimarrona itinerante que somos. Aun así, la gentrificación nos hace sentir las miradas de todas aquellas personas que, por unos cuantos pesos de más en la cuenta bancaria, han cambiado la mirada hacia nosotros. A todos ellos les presto el espejo de mi rostro para que miren su reflejo.

El Tío Sam nos enseñó que la gentrificación es un método muy útil, sutil, pero tan efectivo como la
hegemonía y que, pensándolo bien, se complementan. Uno es la elitizacion residencial  y el otro la distracción de la realidad; nos despojan de lo nuestro y nos controlan para no decir nada. Ya no es raro pues desde siempre lo han hecho;  primero nos dividió el español  y después tomó un nuevo significado en las carencias del idioma ingles, en nuestras carencias por cuanto producto somos (con empaque y precio), y nuestro lenguaje entonces queda enterrado en doble tumba. Somos seres que aparentemente no tienen ni lenguaje, ni casa, ni voluntad propia.

Logo del partido de las panteras negras.
Afortunadamente somos muchos los que queremos recuperar nuestra voluntad, los que queremos salir de la “colonia”. Los que defendemos nuestros ideales no lo hacemos en solitario porque ninguno de nosotros esta solo. Porque no somos diferentes a Malcom X o a Las Panteras negras. Por cuanto ningún problema nos es ajeno, debemos defender hasta el cansancio la justicia y la libertad.

Al escuchar a Fela Kuti y su Afrobeat, me saltan a la mente muchas emociones. Hay compromiso social en cada acorde de su música, él reivindica la cultura africana ya esparcida en América por la diáspora y mimetizada o negada por nosotros mismos.

Malcolm X, activista social y político.
Escuchar a Fela es un reclamo del alma, un grito de revolución, de no pasividad. Así como Gaspar
Yanga hizo su parte (aunque no aparezca en los libros de historia) Acuérdate que a este gobierno autoritario le molestan las personas decididas, si no crees, pregunta a los desaparecidos y muertos de Ayotzinapa, simples estudiantes, este gobierno le teme mas a un libro que a la delincuencia…el gobierno no entiende el dialogo, pero no se da cuenta de que acaba de legitimar nuestra defensa propia. Esto no es un conflicto, no es desobediencia civil. Pero se debe asumir una posición, porque la neutralidad o la apatía no sirven en este camino. Se esta a favor o en contra, nunca indiferente.


Pero tal vez simplemente sean desvaríos, tal vez solo sea la música y el ritmo que mueve fibras en mi ser, en mi alma negra, mestiza, india...pero al final humana.

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