miércoles, 8 de octubre de 2014

Reconociéndome desde quién. (Gato)


Otra vez veo con sospecha el plato de comida que pronto va dejando de emanar una línea de vapor. Lo veo enfriarse mientras pienso que es absurdo el no tener hambre después de tanto tiempo. No me incita mi estómago ni mi boca pide un poco de agua, porque también el vaso contiene un líquido claro, que de a ratos vibra con los pasos que doy, que no me llama. Es una escena simple, no hay nada de especial, solamente que no puedo hacer el acto de rutina, la danza de la cuchara y el giro del tenedor. Mejor me levanto y miro por la venta intentando distraer esta abstracción. No puedo pensar del todo, algo me detiene que me hace sentir un dolor apenas perceptible, un relámpago lento como el crecer de un árbol.
 ¿Cuándo fue que empezó a ocurrirme esto? Todavía recuerdo el hambre y el gusto de comer, de sentirme motivado para poder salir a la calle a caminar, reunirme con algún amigo. De ver las estrellas, no para contarlas o buscar formas que hacen al unirlas con rayas imaginadas, sino verlas simplemente. El canto de algún ave que ha nacido me arroja lo mismo que un golpe la frase: "Estás vivo".

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