Es un escenario fantástico, parece ser el cosmos, todo permanece oscuro, pero se alcanza a ver la infinidad del espacio y del tiempo. Tu mente divaga, se va tomada de la mano de la noche. De repente una luz brilla intensamente, te deslumbra y te trae de vuelta. Toda la tensión está concentrada en ese espacio; adrenalina, lo vives, lo sientes.
Poco ...a poco los reflectores iluminan la noche, destellos aquí y allá. El público comienza a llegar y alcanzan a ver a la desnuda bestia que se encuentra en medio del cosmos. Todo se unifica.
La gente se despoja de sus pieles para cubrir a la bestia mística, es un desfile entre la muerte y la vida. El telón se va armando con pieles humanas, ¡todo es hermoso!, la bestia toma forma de caballo, de un caballo resplandeciente que se alimenta de la luz y las tinieblas, las pieles le dan vida.
Los humanos se miran unos a otros y se sienten victoriosos, han creado a un ser hermoso que irá a descubrir los otros mundos. Tendrá la posibilidad de modificar el espacio y el tiempo, proyectándose a lugares insólitos, impresionantes, podrá manifestarse sin miedo, lograra entender la verdadera esencia de la vida y la felicidad, romperá lo cotidiano, para volar entre las sombras. Todo es un festín y un cúmulo de emociones. Los hombres se han despojado de sus pieles sin perder su esencia, ellos al igual que el caballo son bellos, son lo más divino que hay. El caballo ha sido formado con lo más puro de los hombres, no solo fue la piel, fue todo un ritual, toda una constelación de fantasías y utopías que hace que esté vivo el animal.
El espectáculo está concluyendo, el caballo por fin abre los ojos, se estira, se pavonea un rato a lo largo del escenario, lentamente se acerca a los hombres para después partir a la eternidad, a lo profundo de la imaginación.
FRAU
Toda tú tan mística.
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