Para ti, corazón.

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Quisiera que estuvieras a mí lado, no un instante ni un minuto, sino todo un día completo, otra vez. Desde que te fuiste el mundo en que vivo se a tornado un poco triste, un poco nada más, porque tú no puedes provocar nada malo, tu existencia me la imagino feliz, que ya no lloras tanto, tanta gente que te quiere, que te busca. En mis laberintos, como dicen los poetas, me pierdo casi todo el tiempo, sus pasillos y caminos sin salida son estas cosas que se ven a diario en la ciudad. Pero !Oh, tristeza que vuelve! siento la nostalgia, es un relámpago que oscurece, en vez de trazar una luz en el cielo, ensombrece el paisaje, no importa si es de día o de noche, un relámpago negro semejante a la sombra de un árbol sin sus hojas.
  En ese día imaginario sé que lloraríamos los dos, ¿qué más se puede hacer? tal vez sonreír mutuamente el uno para el otro, pero ambos sabemos que tenemos que llorar, las lágrimas solo no valen, sino para engrandecer la pena. Tomaría tus manos para esconderme del mundo en tu abrazo, el sol dibuja tu imagen. Aquí estoy.
  Representamos lo que somos, poco hemos de tener de actores, y si uno es observador puede distinguir a la persona, verlo sin máscara. Nosotros no nos ponemos las máscaras, se las colocamos a los otros, entonces se vuelven lo que dicta la mente, la percepción.
  A tú lado, creo que no, más bien frente a frente. Te veré igual que se ve al horizonte atardecer, tu mirada será ignota y hermosa como cuando se ve el espacio. Toda tú otra vez, la flor tierna de todos mis jardines, la mujer que se oculta en todas las mujeres.